El 20 de abril de 2004 un grupo de trabajadores de distintos locales de entretenimiento de la ciudad de La Plata nos reunimos con la convicción de constituir un sindicato que nos representara. Ese día, fue el punto culmine, de una serie de reuniones que habíamos tenido a lo largo de meses, en las que discutíamos cual sería la mejor manera de revertir; por un lado, la situación de desprotección laboral en la que nos encontrábamos; y por el otro, la ausencia de normas claras y precisas que determinasen cuales eran nuestras funciones y obligaciones, como así también, los límites al derecho de admisión y permanencia.
Esta situación favorecía un contexto social violento, entendiendo como violencia las conductas humanas deliberadas que provocan un daño físico o psicológico a un tercero. En algunos casos estas situaciones eran generadas por los mismos trabajadores.
En otros casos el trabajador era victima de violencia, pues trabajar para una empresa sin estar registrado en la seguridad social, con jornadas mayormente nocturnas y superiores en carga horaria a las establecidas por ley, sin cobertura por accidentes en el trabajo; produce un daño cuanto menos psicológico al trabajador.
Máxime si consideramos los resultados del primer operativo de inspección laboral realizado a trabajadores de nuestra actividad, por el Ministerio de Trabajo de la provincia de Buenos Aires entre febrero y abril del año 2006, cuyo resultado determinó que el 99,5% de los trabajadores se encontraban sin registrar en la AFIP.
Si bien la finalidad principal de un sindicato, según lo establecido en la ley 23551; “es la defensa de los intereses de los trabajadores”, y debe entenderse como tales; “todo cuanto se relacione con sus condiciones de vida y de trabajo”, comprendimos que debíamos accionar en otros ámbitos, además del laboral, si pretendíamos modificar la realidad antes descripta.
Por ello nos propusimos tres claros objetivos:
- 1. Formalizar la actividad.
- 2. Profesionalizar la actividad.
- 3. Cambiar la imagen que la opinión pública posee de los trabajadores.
Las palabras convencen, los hechos arrastran:
Para poder representar acabadamente a nuestros trabajadores, debíamos estar constituidos legalmente, era imprescindible obtener en primer lugar la personería jurídica N° 2379 y posteriormente la personería gremial N°1753, que logramos en 2005 y en 2009, respectivamente. A partir de ese momento y luego de un arduo trabajo se nos otorgo en 2011 la ampliación de la inscripción gremial en todo el país.
El cumplimiento de estos requisitos legales nos permitió firmar los siguientes convenios colectivos de trabajo:
- 1. Convenio colectivo 599 firmado en 2010.
- 2. Convenio colectivo 640 firmado en 2011.
- 3. Convenio colectivo 717 firmado en 2015 (vigente en reemplazo de 640/2011)
- 4. Convenio colectivo 779 firmado en 2019
Gracias a estas herramientas hoy nos encontramos en plena tarea inspectiva para regularizar la situación laboral de la totalidad de los trabajadores de Control de Admisión y Permanencia.
Si bien nos queda mucho trabajo por delante, podemos afirmar que hemos cumplido con una parte importante de nuestro primer objetivo, tenemos la legalidad necesaria, pero lo más difícil es obtener la legitimidad de los trabajadores, que día a día e incansablemente estamos logrando.
Profesionalizar es convertir a un aficionado en un profesional, y un profesional es toda aquella persona que puede brindar un servicio garantizando el resultado con calidad de excelencia.
Para lograr esto, era necesario contar con una herramienta legal que estableciese el perfil de los trabajadores, determinando sus funciones, obligaciones y limitaciones, pero también sus derechos y beneficios.
A principios de 2004 el Control de Admisión y Permanencia no era una profesión, sino más bien una afición, que realizaban personas conocidos vulgarmente como “patovicas”, por ser en su mayoría cultores del fisiculturismo.
Por otro lado no existía normativa alguna que regulase la actividad en forma específica, y la referida a seguridad privada no la contemplaba.
Fue nuestra Organización la que realizó el proyecto que se transformo en la ley 26370, previo estudio de legislación comparada especialmente española, y de distintas consultas con diferentes especialistas.
En febrero de 2006, en el local bailable “Fantástico” del barrio de Once en CABA, muere un joven llamado Beimar MAMANI, quién fue apaleado por personal de seguridad, en ese momento varios medios de comunicación nacionales, enterados de nuestro proyecto, nos consultaron por el mismo. Anoticiado el Ministro del Interior Dr. Aníbal Fernández del mismo, se comunicó con nuestra Organización para conocer los detalles del proyecto e impulsar su sanción, pasaron algunos meses, hasta que en diciembre del mismo año en un local de Lanús, muere el joven Martin CASTELLUCCI, golpeado por personal del local “La Casona”. A partir de ese hecho se produce la sanción de la ley nacional.
En noviembre de 2008 en el local “Coyote” de San Miguel muere Daniel ROJAS golpeado por personal de seguridad del mismo, hecho que acelera la sanción de la ley 13964, que establece la adhesión de la provincia de Buenos Aires a la ley nacional. Actualmente las provincias de Chaco, Río Negro, Santa Fe, Salta y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires han adherido a la ley 26370, esto se ha logrado debido al esfuerzo que realizan los Delegados y todos aquellos, que integramos esta Organización Gremial.
Esta ley es innovadora en dos aspectos; por un lado establece por primera vez límites al libre ejercicio del derecho de propiedad, al regular el derecho de admisión y permanencia; por el otro, transformó el paradigma de la seguridad privada en la argentina, pues su sanción crea nuestra profesión al establecer los requisitos (la formación como pilar), obligaciones y prohibiciones para desempeñarse en esta actividad.
Utopías
Aquellos que iniciamos esta Organización y hoy tenemos la responsabilidad de dirigirla, entendimos que la única manera que teníamos de remover los obstáculos que dificultaban la realización plena de nosotros como trabajadores, era estar unidos y ser solidarios, para cumplir con el fin de lograr el bien de los trabajadores de nuestra actividad, en primer lugar, y del conjunto de la sociedad, por transición.
Dos lemas han sido y son nuestra guía; “SUTCAPRA: parte de la historia sindical argentina o parte perdida de nuestra historia” y “que nadie invada tu diversión, estamos para cuidarte”; el primero en alusión directa a la vocación que debemos tener y sacrificio que debemos hacer, para lograr la construcción de una organización que cumpla plenamente con la función de mejorar la situación de los trabajadores.
El segundo, referido al ejercicio de nuestra actividad, que tiene como principal tarea y la más loable: proteger a las personas. Con ella pretendemos posicionarnos como un actor de suma importancia en la construcción de nuevos paradigmas de la seguridad ciudadana, y contribuir de esta manera a revertir las situaciones por todos conocidas de violencia extrema.
Ambas guías, son fundamentales para cumplir con la finalidad de nuestra Organización y con los objetivos impuestos: formalizar la actividad y profesionalizarla, cumplidos estos se modificará la realidad, y cambiara la imagen que la opinión pública tiene de nosotros como trabajadores.