Lo que se vivió el jueves en la cancha del club Boca Juniors, y que fue reproducido a todo el mundo por los cables nacionales e internacionales de noticias, evidenció una vez más que este sistema de seguridad imperante en los estadios de fútbol es impotente y ha caducado. Y como nadie se ha curado de una enfermedad que no reconoce, aceptar el diagnóstico crítico del fútbol argentino con síntomas que se presentan ya mortales, representaría el primer y gran avance para dar el desafío de extirpar los males que se quieren apoderar de algo tan nuestro como el legendario fútbol argentino.
La implementación del proyecto de capacitación de Steward`s, para la incorporación de Controladores de Admisión y Permanencia en el fútbol (CAP), que SUTCAPRA a través de su Secretario General, le acercó a Estudiantes de la Plata y que su comisión con oportuno criterio decidió implementar, emerge nuevamente como un proyecto sumamente innovador en Latinoamérica, y que ya mostró sus frutos en la Europa de mediados de los ’80, donde fue la punta de lanza, junto a un paquete coherente de medidas, para frenar la violencia en los estadios.
Es obvio, no hay que ser ingenuos, un cuadro tan severo no puede ser abordado sólo desde una óptica. Tendrá que ser una cruzada que también involucre a la dirigencia política y a la dirigencia deportiva, a la justicia, a las fuerzas policiales y a los hinchas de buena fe sin distinción de ningún tipo. Aunque el factor unificador sea el sentido común y la indignación, y no los colores de una remera.
Hagámoslo, para que vuelva el folclore futbolístico en su mejor versión, para que las cargadas sanas sean motivo de risa en una reunión de amigos, para que se sigan inmortalizando los abrazos de gol entre padres e hijos. En fin, para que no maten al fútbol…